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Andy Furillo es asesor externo en comunicaciones para Vivienda Mutua California.

Bajo el cielo azul cobalto de la calurosa temporada de cultivo, Vivienda Mutua California recibió a 39 familias más de trabajadores agrícolas para sumarse a una comunidad en la que se hace honor a su trabajo mediante uno de los métodos de mayor potencial de concreción que se puedan imaginar: alquiler asequible.

La ceremonia del 13 de junio tuvo lugar en Woodland, una ciudad de 60.000 habitantes en la parte norte del Valle Central de California, que es el corazón del granero del estado, una región que produce más de 50.000 millones de dólares en alimentos y fibras. Pero también es una región en la que, históricamente, los trabajadores agrícolas han sido víctimas de abusos como robo de salario, condiciones laborales riesgosas para la vida y viviendas inadecuadas.

Con cerca de 100 invitados —entre ellos mandatarios estatales, federales y locales—, la ceremonia estableció la apertura de la segunda etapa del desarrollo de Vivienda Mutua en Spring Lake, que se basó en los logros de la primera etapa, que inauguró hace cuatro años este desarrollador de viviendas asequibles sin fines de lucro y por el que se obtuvo un reconocimiento internacional, con el Premio Mundial del Hábitat de 2017.

Vivienda Mutua California, con sede en la ciudad vecina de Sacramento, capital de California, no solo obtuvo el premio por construir departamentos y casas adosadas asequibles para los escasos ingresos de los trabajadores agrícolas, también equipó a la comunidad con un diseño de alimentación solar que se consagró como el primer desarrollo multifamiliar de “energía neta cero” de los Estados Unidos.

El término “energía neta cero” quiere decir que la primera etapa de Vivienda Mutua en Spring Lake se diseñó para producir la cantidad exacta de energía que se esperaba que los residentes consumieran. En la segunda etapa, se avanzó un paso más, con un sistema de “energía neta positiva”, que producirá más energía de la que se espera que consuman los residentes. El excedente volverá al sistema de la red eléctrica del estado, y los residentes de bajos ingresos se beneficiarán con enormes ahorros en el costo de sus facturas de electricidad y en los alquileres.

Algunas de las 39 familias que se incorporarán en la segunda etapa, así como aquellas que viven en los 62 hogares de la primera etapa, trabajaron en los campos del Valle Central y de otros lugares durante décadas, regidos por un sistema semifeudal que, por mucho tiempo, ha delineado las relaciones entre algunos segmentos de la comunidad de productores de California y la mano de obra del Valle Central. Esta región de siete millones de acres produce más de la mitad de todas las frutas, frutos secos y verduras de Estados Unidos.

Al menos ahora, en el marco del proyecto para estas 101 familias de Vivienda Mutua en Spring Lake, se facilitará un poco la vida de algunos trabajadores agrícolas durante los próximos años, o bien, seguirán recolectando y empaquetando la cosecha, pero sabiendo que los espera una casa decente al final de la jornada, a un costo que nunca representará más de aproximadamente un tercio (30 por ciento) de sus ingresos.

“Estamos más tranquilos”, dijo José Guzman, uno de los nuevos residentes, las semanas previas a la ceremonia oficial de bienvenida. “Solo queremos descansar y disfrutar nuestra casa”, agregó.

José y otros trabajadores agrícolas residentes hablaron en la ceremonia de bienvenida, al igual que representantes del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos, el Municipio de Woodland, los bancos que otorgaron préstamos para la construcción y sindicaron los créditos fiscales para viviendas de personas de bajos ingresos a fin de ayudar a financiar el desarrollo, y diversos representantes de Vivienda Mutua California.

El CEO de Vivienda Mutua, Roberto Jiménez, hizo hincapié en que, en Woodland, la demanda de viviendas es extremadamente alta, en especial entre los trabajadores agrícolas que, en su mayoría, son inmigrantes latinos, y a quienes sus trabajos en las zonas rurales los privan de una participación plena en la sociedad. “El acceso a la educación y a la salud pública es limitado. El acceso a alimentos es realmente limitado: los trabajadores agrícolas pasan hambre en grados más elevados que el común de la población. Por lo tanto, lo que intentamos es construir viviendas basadas en la comunidad en las que las familias puedan acceder a todos los recursos a los que accede cualquier ciudadano”.

Baudelia Brambila, nueva residente, identificó uno de esos recursos: “nos tenemos unos a los otros”. “Llegar a Spring Lake fue como un nuevo comienzo para nosotros”, contó a los presentes. “Ahora, somos amigos de nuestros vecinos y conocemos personas que nos hacen sentir seguros y tranquilos. Podemos confiar en nuestros vecinos como amigos cuando tenemos alguna necesidad y, lo más importante, somos todos trabajadores agrícolas”.

En California, más de 77.000 campos y haciendas emplean a una cantidad estimativa de 800.000 trabajadores agrícolas en la temporada alta de cosecha, que va de julio a agosto. Si bien los empleados son fundamentales para la obtención de los productos, los trabajadores agrícolas de la región del condado de Yolo, en la que se asentó Vivienda Mutual en Spring Lake, ganan un promedio de apenas 12 dólares por hora a cambio de su trabajo. Muchos de ellos viven en los campos o hacinados en departamentos precarios, junto a muchas otras familias. Algunos duermen en sus autos o en caravanas alquiladas junto a la carretera, o en campamentos de trabajadores migrantes que solo abren seis meses al año y no están correctamente equipados para alojar a una cantidad cada vez mayor de mano de obra permanente.

En medio de la crisis continua de vivienda para los trabajadores agrícolas, Vivienda Mutua California ha podido proporcionar solo una pequeña cantidad de casas y departamentos del total que se necesita en el estado más grande de Estados Unidos para alojar a este segmento de la población tan negado y explotado durante tantos años. Los legisladores de California, en su sesión legislativa actual, presentaron propuestas de medidas para intentar aliviar el problema, aunque sea un poco. Un proyecto de ley les permitiría a los productores separar una parte de sus tierras para desarrolladores de viviendas asequibles, como Vivienda Mutua California, con el fin de que se construyan casas para la mano de obra agrícola. Otro crearía un fondo de 25 millones de dólares para la construcción de viviendas para trabajadores agrícolas.

El resultado de la legislación sigue siendo muy incierto, pero a medida que se acercan los días de la temporada de cultivo en los que la temperatura suele llegar a los 100 grados (F), estas 101 familias de trabajadores agrícolas, al menos tendrán aire acondicionado para refrescarse. ¡Y esto no tendrá costo para ellos ni para el planeta!

En la foto: Jose y Alicia Guzman


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