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David visitó Kibera en mayo y descubrió aún más sobre el fantástico proyecto de eco-saneamiento de Umande Trust (finalista de los Premios Mundiales del Hábitat 2016)

Cien años atrás estaba llena de árboles

En el idioma «Nobiin» de Nubia, Kibera significa bosque. Cien años atrás, esta pequeña zona a cinco kilómetros del centro de la capital de Kenia, Nairobi, estaba llena de árboles. Estaba al lado del campamento militar colonial británico de los King’s African Rifles, adonde se encontraban los soldados de Nubia conscriptos de Sudan. Sin dudas para evitar pagarles como corresponde, las autoridades militares destinaron lotes de tierra en el bosque para los soldados como devolución por sus servicios. A través del tiempo, los soldados de Nubia siguieron adelante y alquilaron sus lotes a otros que buscaban una mejor vida en la creciente ciudad de Nairobi. Kibera creció y creció. Se convirtió en la entrada a Nairobi para los pobres que migraban a la ciudad. A medida que el espacio se tornó menor, los árboles desaparecieron, y las casas se convirtieron en más pequeñas y más densamente abarrotadas.

Hoy es uno de los tugurios* más grandes del mundo

 

Mis sentidos me confrontaron con dos pensamientos cuando entré por primera vez a Kibera. Mis ojos y orejas me decían que este debe ser el lugar más emprendedor de la tierra. Pero mi nariz me dijo que tenía un serio problema de saneamiento.

Hoy en día Kibera tiene el dudoso honor de ser uno de los tugurios más grandes del mundo. Nadie sabe con seguridad cuanta gente vive allí. Las estimaciones varían desde 200.000 a dos millones. Umande Trust lo calcula en alrededor de medio millón. Cualquiera sea el número, la densidad de la humanidad es extraordinaria. En dos kilómetros cuadrados hay suficientes personas para poblar una ciudad de tamaño mediano. Y no es sólo en Kibera; el 60% de la población de Nairobi vive en tugurios, pero ellos ocupan menos del 6% de la tierra residencial de la ciudad.

Con tantas personas en un espacio tan pequeño, Kibera se siente inevitablemente concurrido; muy concurrido. Pocas calles son lo suficientemente amplias para los autos, pero hay una multitud de personas en todos lados. Personas cargando bolsas inverosímilmente grandes de cosas, personas tirando carros, la ocasional motocicleta y desparramo de gallinas. Los edificios no son sólo casas, también funcionan como comercio, taller, cocina u oficina.

No se pierde ninguna oportunidad para el comercio. Hay puestos que venden ropa de segunda mano, frutas, vegetales y utensilios de cocina, talleres soldando barras de metal de la basura para hacer marcos de camas. Las personas que viven acá quizás no tengan mucho dinero, pero hay tanta gente que es posible ganarse la vida vendiendo muchas cosas por pequeñas cantidades de dinero.

Comparado con otras partes de Nairobi, Kibera es barato. Umande Trust informa que los alquileres mensuales comienzan desde alrededor de 10 dólares por una casa. Pero con algunos residentes con ingresos de 1 dólar por día, eso es todavía un gasto significativo. El gobierno de Kenia mantiene la mayoría de la propiedad de la tierra, pero por debajo existen varios estratos de derechos de sub-propiedad. El 90% de la población de Kibera alquila a propietarios remotos, generalmente anónimos. Los inquilinos no tienen prácticamente ningún derecho. En efecto, la primera zona que visitamos en los bordes al norte del tugurio era el sitio de una nueva autopista en planeamiento. Las personas en su camino habían sido informadas de que deberían irse. No se les había prometido una reubicación o compensación.

Una casa de ocho metros cuadrados puede ser un hogar para ocho personas

Ha habido numerosos intentos de demoler Kibera. El gobierno de Kenia ha aprobado leyes que buscan regular la construcción y el planeamiento de las casas. Nada en Kibera se ajusta a las reglas ni remotamente. La mayoría de las casas son simples cajas hechas de acero corrugado y unos pedazos de madera para sostenerlas. El suelo es de tierra descubierta, no hay ventanas y sólo una puerta. El tamaño promedio es de aproximadamente 8m2. Los tamaños de las familias varían, pero no es raro que una cada sea el hogar de ocho personas.

En la noche, Kibera se sumerge en la semi-oscuridad. La electricidad ha llegado a algunas partes del tugurio en los años recientes, pero es inasequible para la mayoría de las personas. Hasta recientemente, no había agua corriente, pero se han instalado algunas cañerías en los últimos años, aunque existen declaraciones de que el agua está altamente contaminada. La mayoría de la gente compra agua que se lleva al tugurio en contenedores de agua en carros. El combustible es caro e inasequible para muchas personas. Las familias con mayores recursos utilizan kerosén, los de menores recursos queman carbón o madera. La contaminación del aire que crea es impactante.

Las enfermedades pueden azotar a las comunidades como incendios forestales

Pero sin embargo la amenaza más grande que enfrentan las personas que viven en Kibera son las enfermedades. Sin saneamiento o un sistema adecuado de provisión de agua, los riesgos de infecciones son altos. El cólera y la fiebre tifoidea son comunes. La proximidad de tantas personas y la dificultad de mantener la limpieza significan que las enfermedades pueden azotar a las comunidades de aquí extendiéndose como un incendio forestal. Inevitablemente son los más jóvenes y los más viejos quienes están en mayor riesgo. Las casas no tienen sus propios baños y por ello la mayoría de la gente utiliza letrinas comunales que son proporcionadas por sus propietarios por un costo. Son básicas, generalmente sucias y a menudo en mal estado. No existen instalaciones para el lavado de manos ni papel higiénico. Los efluentes son capturados en un pozo que necesita ser vaciado a mano. A veces se rebalsa; generalmente termina siendo volcado en el río. Mucha gente no puede pagar el costo y en lugar del baño utiliza lo que se conoce localmente como «baños voladores». Esto significa defecar en una bolsa de plástico y arrojarla. El suelo en algunas zonas de Kibera está esencialmente compuesto de los resultados de esta actividad.

Agua limpia, un baño que funciona y una ducha caliente

Umande Trust tiene su base en Kibera y brinda ayuda a ocho tugurios en Nairobi y mas allá. Umande es una palabra en Swahili que significa rocío, lo cual implica algo nuevo y limpio. Ha construido diecinueve bio-centros en Kibera. Estos altos edificios de ladrillos se imponen altos por encima de las chozas de un piso. Son centros comunitarios adonde la gente puede ir a buscar agua limpia, utilizar un baño que funciona correctamente y tomar una ducha caliente. Existe un cargo pequeño por estas instalaciones, el cual se paga en efectivo o a través de un sistema de financiamiento de base telefónica llamado Mpesa. Los efluentes de las instalaciones se desagotan en un gran tanque subterráneo construido debajo de cada edificio. Los microorganismos en los efluentes digieren anaeróbicamente las cloacas en el tanque. El proceso de fermentación emana un biogás que es rico en metano. El gas se canaliza hacia una cocina comunitaria ubicada en otra parte del edificio, adonde está disponible para que la gente venga a cocinar. En algunos centros el gas se embotella y se vende como combustible limpio para reemplazar al kerosén o carbón. El único derivado del proceso es un material orgánico negro y sólido que los microorganismos no pueden romper. Tiene que ser limpiado del tanque alrededor de una vez por año. El proceso de digestión mata las bacterias y los virus nocivos, así que la materia es benigna pero rica en nutrientes y se vende como fertilizante para los cultivos.

Como el resto de la economía de Kibera, los bio-centros operan sobre la base de muchos clientes y tasas muy bajas. Las ganancias generan excedentes que son invertidos en la comunidad mediante un sistema de gobernanza local. Cada bio-centro tiene un comité elegido localmente que decide cómo se gestiona el centro y adonde se utilizarán los excedentes. En uno de los centros que visitamos, la prioridad era el fútbol de la premier league. El piso de arriba era una amplia habitación de televisión adonde la gente miraba los últimos partidos. Estaba decorado con imágenes de equipos de Chelsea, Arsenal y Manchester United (Leicester City estaba lamentablemente ausente). En otros había habitaciones de tarea para niños en edad escolar y cafés de internet. En el último bio-centro que visitamos nos llevamos una sorpresa. Cuando entramos en la habitación del piso superior, nos recibieron una docena de hombres jóvenes ligeramente avergonzados que realizaban apuestas en el mostrador para los partidos de fútbol de la tarde.

La comunidad había decidido que lo que necesitaba era un local de apuestas, y el alquiler del mismo financiaba proyectos comunitarios a través del barrio.

Objetivos del Milenio

En el 2000, las Naciones Unidas adoptó una serie de ocho objetivos del ‘Milenio’ para mejorar las vidas de las personas más pobres del mundo. Uno de esos objetivos buscaba «disminuir a la mitad la proporción de la población sin saneamiento.»

Entre el año 2000 y 2015, una suma increíble de 2.1 mil millones alrededor del mundo obtuvieron saneamiento por primera vez. Pero aún hay mucho por hacer. Las Naciones Unidas estima que 946 millones todavía practica la defecación al aire libre. El costo de resolver esto parece inimaginable, hasta que uno comienza a pensar sobre los desechos humanos de la forma en que lo hace Umande Trust. ¿Adonde más serían las heces vistas como una oportunidad de negocio? ¿O como un medio de financiar instalaciones comunitarias, o hasta la forma de satisfacer tu antojo de fútbol? ¿Pero igual, que otro lugar en el mundo es como Kibera?

*Tugurio es en esta ocasión es como se describe comúnmente a Kibera.

 


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